Estimados colegas:
En forma circunstancial he tomado contacto con el debate que se suscitó en el Foro Chab con respecto a las “empresas recuperadas”, sus dificultades para un desarrollo sustentable y la necesidad de una tutoría profesional que acompañe la gestión para alcanzar dicho fin. En el intercambio de opiniones que se generó al respecto, aparece la opinión del Dr. Moirano, profesional conocido en el ambiente cooperativo y mutual, que suele tener opiniones que transitan por los extremos y generan discusiones que no siempre aportan claridad y solución al tema tratado y derivan en enfrentamientos con sectores afectados por sus expresiones hirientes, como en este caso, hacia los licenciados en cooperativismo y mutualismo.
Considero que el contenido del análisis de nuestro presidente en respuesta a lo opinado por Moirano es contundente y equilibrado para poner las cosas en el lugar correcto y hace una justa defensa de los profesionales y de la profesión, que este señor denigra en forma insolente.
Este debate me llega en forma muy particular, por haber vivido una experiencia profesional como asociado de una cooperativa de trabajo creada por sus trabajadores, para recuperar una empresa gráfica que fue a la quiebra por la grave crisis de fines del siglo XX y principios de este.
El tema me resultaba profesionalmente interesante, por mi experiencia en la gestión de administrar empresas ajenas y propias y sus particularidades de funcionamiento y sustentabilidad y me llevo a conocer en profundidad el tema a través de un íntimo amigo, que trabajaba en una empresa gráfica que quebró, de la cual era gerente administrativo, de reciente incorporación. Sus ex-compañeros ayudados por el Sindicato Gráfico formaron una cooperativa de trabajo y le pidieron que la integrara y fuera el administrador de la empresa cooperativa. Luego de mi acercamiento para conocer la realidad, me ofrecieron ingresar como asociado y luego del ingreso, sentí la necesidad de capacitarme en el manejo de entidades de la Economía Social.
Esto me llevó a vincularme con el CGCyM, donde realicé un posgrado en un curso de gestión y desarrollo de cooperativas y mutuales que dictaba el Colegio y la Universidad de Belgrano y a realizar sucesivas capacitaciones en el Colegio y otras entidades del sector.
Como resumen de esta experiencia, se pueden mostrar como logros de esta forma de gestionar, seis años de crecimiento continuo y sustentable que llevaron a la cooperativa a capitalizarse en forma genuina y valerse de sus propios recursos, habiendo aplicado todo subsidio recibido a la gestión u operatoria que tenía como destino el mismo y nunca destinado a otros fines. También se hicieron las renovaciones de acuerdo al Estatuto y Reglamento Interno. En nuestro caso particular a los 65 años y 9 meses dejamos de ser asociados, junto con el Administrador. Durante el periodo de baja como asociados hasta nuestro retiro definitivo, comenzaron a manifestarse disputas personales por acceder a la conducción, que mostró una vez más que los egoísmos de las personas suelen anteponerse a los principios y valores que sustentan estos emprendimientos de la Economía Social y son capaces de generar disputas que pueden llegar a desequilibrar la gestión y la sustentabilidad, si la participación del conjunto de los asociados no es capaz de neutralizar estos personalismos que tratan de alcanzar la gestión para sus apetencias y beneficio propio en perjuicio del conjunto. Ello nos llevó a desvincularnos definitivamente de la empresa.
Por eso nuestro convencimiento es que este tipo de asociaciones, principalmente en el caso de las recuperadas, debe estar acompañada por un tutor profesional que apuntale su gestión, como ocurre con el crecimiento de un niño hasta que supera la adolescencia y puede avanzar por su propia capacidad e iniciativa y sea responsable de sus decisiones.
Como corolario de lo expuesto en el presente comentario, coincido plenamente con los de Fernandez Duque y Raul Erhardt y disiento con Moirano.
Lic. Jorge Durán
(Matrícula CGCyM Nº 321)
CABA, 10/02/2014