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Conclusiones y ponencias de la 2º Jornada Interdoctrinal: “Economía asociativa y Doctrina Social de la Iglesia”

Conclusiones de las 2da. Jornada Interdoctrinal:

“Economía asociativa y Doctrina Social de la Iglesia. Solidaridad Empresaria”

por el Dr. Alberto Rezzónico 

 

Resulta, como ustedes comprenderán,  imposible hacer una síntesis de todas las exposiciones realizadas durante la presente jornada. Me parece, por lo tanto, más apropiado, tratar de construir una conclusión general a partir de lo escuchado –tanto en las ponencias como en las conversaciones informales- y lo vivido en el día de hoy.

 

En ese sentido y por así habérselo expresado claramente, se ha producido una suerte de descubrimiento mutuo. Aunque parezca mentira que dos cosmovisiones que tienen tanto en común como la Doctrina Social de la Iglesia y la Doctrina Cooperativa  [1]  y que por supuesto no se ignoran mutuamente, hayan marchado en nuestro país durante tanto tiempo en forma paralela y con escasa sinergia es, sin embargo, una realidad, tal vez atribuible –y esto sí es una opinión personal- a prejuicios que es necesario derribar. Pienso, por ejemple, en el hecho de que el cooperativismo en el Río de La Plata se haya desarrollado a partir de una inmigración portadora de ideales socialistas y anarquistas o en el seno de comunidades no cristianas, como la judía; o en el hecho de que la palabra de la Iglesia ha sido siempre interpretada desde fuera de ella a través de primas ideológicos antes que espirituales, y asociada a la resistencia de la modernidad que signó su historia hasta el Concilio Vaticano II  -y aún después-, para pasar por arriba su verdadera, profunda y evangélica doctrina social, el hecho es que el diálogo entre ambos ha sido insuficiente –no nulo- y la coparticipación explícita en proyectos de desarrollo social, pobre.

 

La historia de ambas muestra una correlación llamativa y, por eso mismo no casual. Si bien en su mensaje evangélico la Iglesia, desde sus mismos orígenes, expuso sus criterios sobre la sociedad en general, la Doctrina Social comienza a tomar forma en el último cuarto del Siglo XVII, con los grandes documentos del Papa León XIII. Poco antes de la mitad del siglo, como resultado de muchos ensayos de organización racional de la sociedad, nacía la experiencia de los trabajadores textiles de Rochdale, Reino Unido, reconocida como hito histórico de la cooperación organizada. Ambas se cuestionaron, en la teoría y en la práctica, los excesos de la revolución industrial y la llamada cuestión social, es decir, las nuevas relaciones de trabajo y los derechos y de los trabajadores a organizarse y autoprotegerse.

 

A través del tiempo, los grandes problemas que agitaron y a agitan a la humanidad, tales como la guerra y la paz, el desarrollo y el subdesarrollo, la justa relación entre libertad y autoridad, ente competencia y colaboración, entre eficiencia y solidaridad, entre organizaciones intermedias y organización global de los estados, etc., han merecido pronunciamentos similares tanto por parte de la Iglesia como de la Alianza Cooperativa Internacional, primera Organización No Gubernamental de ese carácter reconocida por y colaboradora de la Organización de las Naciones Unidas,y prohijado principios doctrinarios orientadores de prácticas basadas en el respetado del ser humano en todas sus dimensiones y en la justicia social –llamada también por la Iglesia, bien común– .

 

Todo ese itinerario histórico de convergencia se acelera ahora como producto de la globalización financiera, o dicho de otra manera, de la primacía de la utilidad financiera sobre cualquier otra consideración en la organización de la economía y, por ende, de la sociedad. El llamado urgente de la Alianza Cooperativa Internacional a incrementar en forma concreta la incidencia material y la influencia moral de la economía solidaria en todas las naciones del mundo, se une a documentos de la Iglesia que enfrentan el mismo problema, superando planteos correspondientes a etapas anteriores. La Encíclica Caritas in Veritate de Benedicto XVI y la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium del Paspa Francisco: las entidades intermedias no son ya vistas sólo como un colchón entre la actividad productiva de riqueza (ámbito privado) y la actividad distributiva de riqueza (ámbito estatal), sino como una red de relaciones humanas, productivas y distributivas de riqueza, a través de métodos basados en la cooperación y el don (gratuidad), para cerrar la brecha entre la concentración de riqueza y la marginación social. El propio encuentro entre la organización de cúpula de la organización cooperativa internacional y el Papa  Francisco –en cuya concreción cupo un rol especial a la Confederación Cooperativa de la República Argentina- es un símbolo de la sinergia que debemos lograr.

 

En esta Jornada se ha escuchado los fundamentos de ambas doctrinas expuestos por SER el Señor Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer y el Sr. Tesorero de la Confederación Cooperativa de la República Argetina, Ing. José Orbaizeta, y pasado revista, con sus éxitos y fracasos, logros y dificultades, a la experiencia empresarial cooperativa de más de medio siglo en ámbitos tan diversos como los servicios públicos (provisión de agua potable, saneamiento ambiental, provisión de electricidad, telefonía y otros servicios afines como radio, televisión, internet, etc.), vienda, trabajo, crédito y consumo, y también otros esfuerzos dirigido a asistir  a sectores sociales desfavorecidos, mediante acciones voluntarias fundadas en la fe cristiana o en el reconocimiento de derechos civiles, tanto por la Iglesia Católica (Cáritas, Banco Alimentario, Acción Católica) y empoderarlos mediante la asistencia financiera a través de microcréditos (Manos Unidas y Barrios del Plata, esta última experiencia desarrollada por  la Universidad Nacional de la Plata). Por último se ha escuchado a jóvenes profesionales de distintas disciplinas que han encontrado en la empresa solidaria un modelo de organización laboral que dá respuesta a sus necesidades y sobre todo, a la concreción de sus ideales.

 

El objetivo de la Jornada ha sido no sólo facilitar el conocimiento mutuo –lo que podemos decir en buena parte logrado- sino sobre todo facilitar los contactos personales para mejorar las prácticas y desarrollar proyectos conjuntos.  Si ello ocurriera, el objetivo se cumpliría en su totalidad. De lo contrario, la Jornada quedará inscripta como un sincero esfuerzo por logarlo.

 

[1] Ver nota de la Pastoral Social que se incluye en la Carpeta suministrada a los asistentes y que sirve de marco general a la presente Jornada.

 


 

Trabajos presentados en la Jornada