Autor: Lic. Felipe R. Arella
368 páginas
Introducción
Al revisar junto a mi hijo la tesis que presenté a la Universidad del Museo Social Argentino para obtener la licenciatura en Cooperativismo y Mutualismo, porque pensaba editarla en CD, nos encontramos con que la cita de un libro estaba incompleta: faltaba la editorial, el año y lugar de impresión. La obra de Juan L. Páez, Derecho de las asociaciones, había sido muy consultado por mí para redactar la tesis, así que me molestó esa falta de precisión en la referencia bibliográfica. Recordé en qué bibliotecas había estado consultando bibliografías y me reencontré con el libro en la Biblioteca del Congreso.
Ya con el libro en las manos comencé a recorrer su índice y allí hallé un apartado que hacía referencia a una normativa sobre mutuales. Voy al texto y me sorprendo al encontrar un decreto de 1938 que fue el primer ordenamiento jurídico dado en la Argentina sobre las características y funcionamiento de las mutuales. No podía comprender cómo es que ese texto se me había escapado, tres décadas atrás, al trabajar con la obra de Páez. Encontré una justificación a mi desaprensión en el hecho de que el tema de mi tesis se orientaba hacia el rol educativo que debían continuar teniendo las mutuales dentro de cada una de ellas y en la sociedad, como también en que el motivo de la consulta del libro de Páez estaba dirigido en distinguir a las mutuales de las asociaciones.
El descubrimiento que estaba haciendo era verdaderamente increíble porque en la bibliografía disponible sobre antecedentes del mutualismo en la Argentina no se hacía mención al decreto 3.320/38. Para corroborar la existencia material y legal de esa norma, recurrí inmediatamente a la sección reservada de la Biblioteca del Congreso de la Nación y a la Biblioteca de la Inspección General de Justicia donde encontré la publicación del decreto en el Boletín Oficial como así también numerosos antecedentes sumamente valiosos para conocer y comprender el importante papel que jugaron las mutuales en más de ciento cincuenta años de la reciente historia social argentina.
El silencio que cubrió ese decreto nos hizo pensar si la “historia oficial” (difundida por las repeticiones de los docentes y apologistas del mutualismo de los cuales formamos parte) no estaba carente de una revisión y de una mirada más abarcadora de ese fenómeno social y solidario que es el mutualismo desarrollado en la Argentina.
Los hechos del pasado, se dice habitualmente, permiten conocer los acontecimientos del presente. Pareciera que hubiera, en la memoria de los pueblos una impronta genética, una marca original difícil de disimular. Por esa razón los hombres queremos tapar nuestros antecedentes cuando los consideramos desfavorables para nuestros proyectos personales.
No invitamos a nadie a casa para que nuestros amigos no conozcan a la abuela desdentada o la forma en que vivimos. Si viene alguien de improviso escondemos a la abuela o nos ponemos la ropa que usamos fuera de casa. Así ocurre frecuentemente con la historia institucional, con la historia política, económica, cultural, social. Queremos mostrarla como nos conviene, lo que no estaría mal, pero algunos no se contentan con hacer interpretaciones del pasado sino que tratan de ocultar a la abuela desdentada. En este caso los documentos y los libros. Las guerras destruyeron bibliotecas y archivos, lo que es prácticamente inevitable, pero en tiempo de paz los gobernantes y dirigentes también apelan a la destrucción de los testimonios. En todos lados está solapado el Poder relatado en Farenheit 451, pero también están los que, aunque más no sea a través del relato hablado resguardan la memoria para las nuevas generaciones.
Borrar los hechos históricos y desconocer los documentos atenta contra la construcción de la conciencia nacional. Periódicamente algunos grupos reinician desde su concepción el relato histórico vaciándolo de contenidos. Creo que es necesario el debate ideológico y para lograrlo se debe partir tanto de los hechos presentes y pasados; cuanto más profundamente se busquen las raíces de los hechos, tanto más verdadero será ese debate.
Numerosos ejemplos de pensar que la historia comienza hoy se han visto en el pasado y en el presente: en Afganistán el gobierno talibán destruyó símbolos y estatuas milenarias de Buda; se borraron las imágenes y los nombres de gobernantes como repetidamente aconteció en nuestro país. Pero también están los que, partiendo del conocimiento lo histórico aceptado institucionalmente, lo convierten en dogma e impiden la investigación científica, como le ocurrió a Galileo, o rechazan los cambios que de conductas, sentimientos y placeres en la dinámica social. Más el tiempo corrige la arbitrariedad, la tiranía y la
soberbia.
En la historia no está la verdad, pero anida en ella la libertad del hombre. Por ello Hegel en su Filosofía de la historia dice que La historia universal representa [ … ] el despliegue de la conciencia que el espíritu tiene de su libertad, así como el despliegue de la realidad que brota de dicha conciencia.
Pienso que un nuevo panorama se abre cuando indagamos los orígenes. Por eso decidí realizar una investigación que permitiera revivir las circunstancias históricas, el ambiente, la cultura, educación, actitudes y pensamientos de la sociedad en la cual nacieron y crecieron esas organizaciones.
En primer término definí la metodología de trabajo: primero, busqué y recopilé resoluciones, decretos y leyes, como también de proyectos de ley, algunos de ellos escuetamente mencionados por otros autores; segundo, relevé algunos documentos doctrinarios que fueron nutriendo el pensamiento mutualista de miles de dirigentes desde fines del siglo XIX y a lo largo de varias generaciones, fundamentalmente la exposición de motivos que acompañaba cada proyecto de ley, invalorable fuente para conocer la visión que se tenía del mutualismo en cada época; tercero, traté de conocer el ambiente social que tuvieron que enfrentar los inmigrantes fundadores de asociaciones de socorros mutuos: cómo eran vistos los recién llegados, qué situaciones debieron enfrentar para radicarse en el país, qué aportes realizaron más allá de la formación de mutuales, entre otros asuntos; cuarto, busqué en la literatura los relatos de época, tan ricos para revivir y observar la historia como también presentar algunas de las preocupaciones y acciones de los dirigentes políticos y sociales sobre el mutualismo, principalmente en el lapso que va desde 1900 hasta 1945.
La obra se inicia trayendo a la memoria los más antiguos antecedente que pude relevar: la asociación de San Pedro y el montepío de los Blandengues de la Frontera. El límite final de la investigación lo fijé en los mediados de la década de 1940. Avanzando en la investigación fueron apareciendo numerosas referencias que me permitieron encontrar muchos antecedentes del mutualismo en la época del virreinato, lo cual
hasta el momento no ha sido sistemáticamente expuesto por estudiosos del sector mutualista.
Sin embargo, son numerosos los aportes de un importante número de autores del ámbito de las ciencias sociales que se han puesto a bucear en la historia social argentina y cuyas investigaciones contienen datos de inconmensurable valor. En esas obras aparece el tema de las mutualidades de una manera colateral, como resultado de un desarrollo organizacional de la gente necesitada y previsora. Lo que nosotros estamos presentando es un libro en la cual el hilo conductor es el mutualismo con las diferentes expresiones que fueron tomando a lo largo de los años y que conducen a las modalidades actuales.
El mutualismo, desde sus formas más primitivas, es un sistema solidario de organización destinado a socorrer (por eso a las mutuales se las conoce también como asociaciones de socorros mutuos) a los desamparados y necesitados que hubiesen tenido la previsión de pensar en que en algún momento de sus vidas podrían requerir una ayuda. Al estudiar a las organizaciones sociales puede presentarse, frecuentemente, una confusión de roles, especialmente entre la mutualidad y la beneficencia, entre los sistemas de jubilación, pensiones, seguros y préstamos (oficiales o privados) y las prestaciones similares que realizan las mutuales a sus asociados. Procuraremos, al final del libro, aportar algunos elementos distintivos al respecto.
El plan expositivo de la investigación comprende ocho capítulos. En ellos relato los acontecimientos sociales, políticos y económicos que se produjeron en cada etapa analizada.
A continuación de cada capítulo e incluido una serie de anexos que contienen párrafos o textos completos de autores que aportan su visión sobre distintos problemas. No he querido utilizar el método de glosar lo que dicen otros escritores porque creí que de esa manera le podía quitar fuerza u sentido al relato original. Por otra parte, pienso que es un buen ejercicio intelectual leer los textos originales libres de toda interpretación.
Al final del libro incluyo un apéndice que contiene los proyectos de ley, las leyes, decretos y resoluciones que he podido encontrar y lo reproduzco de manera completa porque el conocimiento de los mismos permitirá afirmar conceptos fundamentales entre los dirigentes y servirá para que otros investigadores comparen y analicen esas fuentes desde sus propios puntos de vista. También reproduzco en su totalidad la exposición de motivos de los proyectos porque son verdaderas páginas de doctrina mutualista.
Quiero agradecer profundamente a los bibliotecarios de las bibliotecas Nacional, del Congreso, del Maestro y de la Inspección General de Justicia que se pusieron a revolver, muchas veces, viejas cajas y olvidados volúmenes para satisfacer nuestros requerimientos.
EL AUTOR
Buenos Aires, 1 de julio de 2008